La luz y la Venus
Por: Silvia González de León
El mejor homenaje que puede realizarse a Carlos Jurado en sus ochenta años de vida es la gran cantidad de jóvenes fotógrafos que realizan fotografía estenopeica. Tal es la conclusión de Silvia González de León, quien fuera su discípula en el puerto Veracruz en los años noventa. En este ensayo, la fotógrafa bajacaliforniana relata sus experiencias con la fotografía estenopeica.
Pensé que siendo yo fotógrafa que utiliza de cuando en cuando cámaras estenopeicas, sería interesante hablar de mi experiencia con la luz con este tipo de artefactos.
Yo empecé a hacer fotografía de un modo muy empírico a mediados de los años setenta, con una cámara de 35 mm que me prestó un amigo. Al principio sólo enfocaba y ponía cuidado en que la aguja del exposímetro estuviera en medio y disparaba frente a lo que me gustaba. La técnica la fui aprendiendo en el camino. Tuve el privilegio de tomar un taller con Kati Horna en la Academia de San Carlos de 1984 a 1985, y de conocer el formato 120 mm en sus queridas Rolleiflex. Kati llegó a nuestro país con su esposo, el artista surrealista José Horna, provenientes de la Guerra Civil Española, donde había sido fotorreportera, pero no del campo de batalla, sino de la vida cotidiana en esos pueblos que luchaban por defender la República.
Después, viviendo en Veracruz, a finales de los ochenta conocí a Carlos Jurado, otro gran fotógrafo, además de un excelente artista plástico. Trabajamos juntos en el IVEC y nos hicimos buenos amigos. Jurado es no sólo una de las primeras personas que hicieron fotografía estenopeica en México, sino quien más se ha dedicado y ha experimentado con esta técnica.
Él se dio a la tarea de inventar diferentes aparatos: una cámara que incluye las tres distancias focales en una y que puede tomar las tres imágenes en un negativo, otra cámara estenopeica de cine, otra con un lente convexo integrado, etc. Su afán experimental no conoce límites. También es un maestro generoso que transmite a sus alumnos lo que sabe. No tengo palabras para agradecerle sus enseñanzas. Ahora hay muchos fotógrafos, jóvenes especialmente, que toman fotos con cámaras estenopeicas. Qué mejor homenaje a Carlos Jurado en sus 80 años recién cumplidos.
El trabajo experimental de Jurado me interesó mucho, en especial lo que hacía con cámaras sin lente. Así que le pedí que me enseñara a hacer una cámara de cartón y ahí empecé.
Mis primeras fotografías con cámara estenopeica, barcos y escenas marinas, fueron tomadas con negativos de papel, y requirieron exposiciones a la luz de unos 30 segundos a mediodía y con el brillante sol veracruzano. Jurado tenía su taller en ese entonces en un departamento frente al Malecón de Veracruz, algo que resultó muy conveniente para mí, ya que tomaba la foto con la exposición sugerida por él e iba a revelar a su laboratorio. Ahí observaba si la exposición a la luz era la indicada, para hacer correcciones en caso necesario. Volvía a cargar mi caja con una hoja de papel fotográfico y salía otra vez. Porque con esa cámara sólo podía tomarse una foto cada vez.
No es que estas fotos sean muy originales, Jurado tiene una serie de barcos trabajados en autocromo que es mucho más interesante, pero me cautivó la atmósfera onírica de esta cámara, su encanto de ensueño. Y además son mis primeras estenopeicas.
Recuérdese que el estenopo u orificio por el que penetra la luz es muy pequeño. Stenos significa en griego estrecho. Es más claro su nombre en inglés: pinhole camera (pin es alfiler, hole agujero).
Usábamos como negativo el papel fotográfico que en general se usa para imprimir positivos con la luz de la ampliadora en el laboratorio y siendo su sensibilidad muy baja (2-3 ASA aprox.) requiere de largas exposiciones a la luz.
La luz irlandesa
Pero no siempre la luz se comporta tan bien como en Veracruz en un día soleado al mediodía. No en Dublín, por lo menos. En julio pasado la Gallery of Photography de esa ciudad, me invitó a exponer mi trabajo con cámaras estenopeicas y a dar un taller con esta técnica. Mis imágenes agradaron mucho a la gente, porque no había fotógrafos irlandeses que hicieran este tipo de fotografía. Al taller asistieron ocho personas de diferentes edades y profesiones, que tenían desde 14 hasta cincuenta y tantos años; unos estudiantes, otros fotógrafos o profesionistas de otras disciplinas.
Las cámaras las hicimos con tubos de cartón para guardar carteles, tapados con plástico
negro en los extremos. El primer día todo funcionó muy bien, afuera estaba soleado y después de hacer pruebas con sus cámaras, los alumnos hicieron exposiciones de unos 45 segundos en promedio. Pero en Dublín llueve mucho y al día siguiente se nubló y llovió... llovió mucho y por varias horas, y así siguió los siguientes días, aunque hubo algunos ratos de sol, breves pero de una luz muy bella. Por lo tanto, las exposiciones a la luz se extendieron a entre 6 y 15 minutos, dependiendo del tamaño del estenopo o de la distancia focal, pues se hicieron otras cámaras con cajas de puros, de galletas, etcétera
Imagínenos en uno de los puentes del río Liffey con nuestras cámaras debajo de los paraguas. A pesar de las dificultades metereológicas, el entusiasmo no decayó, y hasta los jóvenes que trabajaban en la galería, empezaron a tomar fotos con estas cámaras, It´s the pinhole desease (“es la enfermedad estenopeica”), decía uno de ellos.
Si hubiéramos usado película en lugar de papel para los negativos, las exposiciones a la luz se habrían acortado notablemente, porque la película es mucho más sensible a la luz, pero el taller era de sólo 20 horas y el uso de la película se complica mucho a la hora del revelado, porque requiere de oscuridad total. Ver aparecer la imagen en el laboratorio con la luz de seguridad es muy útil, además de ser una experiencia mágica.
Para que vean cómo se acortan los tiempos con el uso de película, publico las siguientes fotos, que tomadas con placas tamaño 4x5”, de 400 ASA, requirieron de entre 2 y 5 segundos de exposición con el intenso sol de Veracruz. Esta fue la segunda serie que tomé para participar en una exposición en el IVEC en 1989, con motivo de los 150 años de la fotografía.
La idea era retratarme en distintas actitudes, aprovechando que la exposición es larga, y experimentar con el desnudo. Y como no había modelos disponibles, pues decidí fotografiarme a mí misma.
* Silvia González de León (Mexicali, 1954). Estudió sociología. Aprendió fotografía en los ochenta en el taller de Kati Horna en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM) y fotografía estenopeica a inicios de los noventa con Carlos Jurado en Veracruz. Ha expuesto individual y colectivamente en diferentes ciudades de México, Estados Unidos, Ecuador, Argentina, Brasil, Cuba e Irlanda. Ha publicado los libros Nao (Taller Martín Pescador, 1990) –con poemas de Francisco Segovia– y el libro a cielo abierto. fotografías de Silvia González de León seguidas de un manual para construir cámaras estenopeicas (VERDEHALAGO, 2003). Imparte clases de fotografía en el Centro de Capacitación Cinematográfica y regularmente imparte cursos y talleres.
Por: Silvia González de León
El mejor homenaje que puede realizarse a Carlos Jurado en sus ochenta años de vida es la gran cantidad de jóvenes fotógrafos que realizan fotografía estenopeica. Tal es la conclusión de Silvia González de León, quien fuera su discípula en el puerto Veracruz en los años noventa. En este ensayo, la fotógrafa bajacaliforniana relata sus experiencias con la fotografía estenopeica.
Pensé que siendo yo fotógrafa que utiliza de cuando en cuando cámaras estenopeicas, sería interesante hablar de mi experiencia con la luz con este tipo de artefactos.
Yo empecé a hacer fotografía de un modo muy empírico a mediados de los años setenta, con una cámara de 35 mm que me prestó un amigo. Al principio sólo enfocaba y ponía cuidado en que la aguja del exposímetro estuviera en medio y disparaba frente a lo que me gustaba. La técnica la fui aprendiendo en el camino. Tuve el privilegio de tomar un taller con Kati Horna en la Academia de San Carlos de 1984 a 1985, y de conocer el formato 120 mm en sus queridas Rolleiflex. Kati llegó a nuestro país con su esposo, el artista surrealista José Horna, provenientes de la Guerra Civil Española, donde había sido fotorreportera, pero no del campo de batalla, sino de la vida cotidiana en esos pueblos que luchaban por defender la República.
Después, viviendo en Veracruz, a finales de los ochenta conocí a Carlos Jurado, otro gran fotógrafo, además de un excelente artista plástico. Trabajamos juntos en el IVEC y nos hicimos buenos amigos. Jurado es no sólo una de las primeras personas que hicieron fotografía estenopeica en México, sino quien más se ha dedicado y ha experimentado con esta técnica.
Él se dio a la tarea de inventar diferentes aparatos: una cámara que incluye las tres distancias focales en una y que puede tomar las tres imágenes en un negativo, otra cámara estenopeica de cine, otra con un lente convexo integrado, etc. Su afán experimental no conoce límites. También es un maestro generoso que transmite a sus alumnos lo que sabe. No tengo palabras para agradecerle sus enseñanzas. Ahora hay muchos fotógrafos, jóvenes especialmente, que toman fotos con cámaras estenopeicas. Qué mejor homenaje a Carlos Jurado en sus 80 años recién cumplidos.
El trabajo experimental de Jurado me interesó mucho, en especial lo que hacía con cámaras sin lente. Así que le pedí que me enseñara a hacer una cámara de cartón y ahí empecé.
Mis primeras fotografías con cámara estenopeica, barcos y escenas marinas, fueron tomadas con negativos de papel, y requirieron exposiciones a la luz de unos 30 segundos a mediodía y con el brillante sol veracruzano. Jurado tenía su taller en ese entonces en un departamento frente al Malecón de Veracruz, algo que resultó muy conveniente para mí, ya que tomaba la foto con la exposición sugerida por él e iba a revelar a su laboratorio. Ahí observaba si la exposición a la luz era la indicada, para hacer correcciones en caso necesario. Volvía a cargar mi caja con una hoja de papel fotográfico y salía otra vez. Porque con esa cámara sólo podía tomarse una foto cada vez.
No es que estas fotos sean muy originales, Jurado tiene una serie de barcos trabajados en autocromo que es mucho más interesante, pero me cautivó la atmósfera onírica de esta cámara, su encanto de ensueño. Y además son mis primeras estenopeicas.
Recuérdese que el estenopo u orificio por el que penetra la luz es muy pequeño. Stenos significa en griego estrecho. Es más claro su nombre en inglés: pinhole camera (pin es alfiler, hole agujero).
Usábamos como negativo el papel fotográfico que en general se usa para imprimir positivos con la luz de la ampliadora en el laboratorio y siendo su sensibilidad muy baja (2-3 ASA aprox.) requiere de largas exposiciones a la luz.
La luz irlandesa
Pero no siempre la luz se comporta tan bien como en Veracruz en un día soleado al mediodía. No en Dublín, por lo menos. En julio pasado la Gallery of Photography de esa ciudad, me invitó a exponer mi trabajo con cámaras estenopeicas y a dar un taller con esta técnica. Mis imágenes agradaron mucho a la gente, porque no había fotógrafos irlandeses que hicieran este tipo de fotografía. Al taller asistieron ocho personas de diferentes edades y profesiones, que tenían desde 14 hasta cincuenta y tantos años; unos estudiantes, otros fotógrafos o profesionistas de otras disciplinas.
Las cámaras las hicimos con tubos de cartón para guardar carteles, tapados con plástico
negro en los extremos. El primer día todo funcionó muy bien, afuera estaba soleado y después de hacer pruebas con sus cámaras, los alumnos hicieron exposiciones de unos 45 segundos en promedio. Pero en Dublín llueve mucho y al día siguiente se nubló y llovió... llovió mucho y por varias horas, y así siguió los siguientes días, aunque hubo algunos ratos de sol, breves pero de una luz muy bella. Por lo tanto, las exposiciones a la luz se extendieron a entre 6 y 15 minutos, dependiendo del tamaño del estenopo o de la distancia focal, pues se hicieron otras cámaras con cajas de puros, de galletas, etcétera
Imagínenos en uno de los puentes del río Liffey con nuestras cámaras debajo de los paraguas. A pesar de las dificultades metereológicas, el entusiasmo no decayó, y hasta los jóvenes que trabajaban en la galería, empezaron a tomar fotos con estas cámaras, It´s the pinhole desease (“es la enfermedad estenopeica”), decía uno de ellos.
Si hubiéramos usado película en lugar de papel para los negativos, las exposiciones a la luz se habrían acortado notablemente, porque la película es mucho más sensible a la luz, pero el taller era de sólo 20 horas y el uso de la película se complica mucho a la hora del revelado, porque requiere de oscuridad total. Ver aparecer la imagen en el laboratorio con la luz de seguridad es muy útil, además de ser una experiencia mágica.
Para que vean cómo se acortan los tiempos con el uso de película, publico las siguientes fotos, que tomadas con placas tamaño 4x5”, de 400 ASA, requirieron de entre 2 y 5 segundos de exposición con el intenso sol de Veracruz. Esta fue la segunda serie que tomé para participar en una exposición en el IVEC en 1989, con motivo de los 150 años de la fotografía.
La idea era retratarme en distintas actitudes, aprovechando que la exposición es larga, y experimentar con el desnudo. Y como no había modelos disponibles, pues decidí fotografiarme a mí misma.
* Silvia González de León (Mexicali, 1954). Estudió sociología. Aprendió fotografía en los ochenta en el taller de Kati Horna en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM) y fotografía estenopeica a inicios de los noventa con Carlos Jurado en Veracruz. Ha expuesto individual y colectivamente en diferentes ciudades de México, Estados Unidos, Ecuador, Argentina, Brasil, Cuba e Irlanda. Ha publicado los libros Nao (Taller Martín Pescador, 1990) –con poemas de Francisco Segovia– y el libro a cielo abierto. fotografías de Silvia González de León seguidas de un manual para construir cámaras estenopeicas (VERDEHALAGO, 2003). Imparte clases de fotografía en el Centro de Capacitación Cinematográfica y regularmente imparte cursos y talleres.
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